¿Qué se celebra en la Presentación del Señor?
La Presentación del Señor, celebrada cada 2 de febrero, es una de las fiestas más antiguas del cristianismo. Conmemora el momento en que María y José llevaron al niño Jesús al templo de Jerusalén, cumpliendo la ley mosaica que pedía la presentación de los primogénitos 40 días después del nacimiento.
Este gesto, aparentemente sencillo, se convierte en una revelación pública de Cristo: el anciano Simeón, guiado por el Espíritu Santo, reconoce en el niño a la luz que ilumina a las naciones, y la profetisa Ana proclama la redención que ha llegado para el pueblo.
Origen y significado de esta solemnidad
La Presentación del Señor tiene raíces tanto en la tradición judía como en la espiritualidad cristiana. Según el Evangelio de Lucas (Lc 2,22-40), María y José acuden al templo siguiendo la Ley de Moisés: presentar al hijo primogénito y ofrecer un sacrificio. En este caso, dos tórtolas, ofrenda de las familias humildes.
Pero más allá del cumplimiento legal, la escena representa una entrega consciente del Hijo de Dios al Padre, y al mismo tiempo, una manifestación de Jesús como la luz del mundo. Por eso esta fiesta también se conoce como la Candelaria, debido a la bendición de las velas, símbolo de esa luz divina.
La fiesta de la Candelaria
En muchos países, la Presentación del Señor también es conocida como la Candelaria, nombre que proviene del rito de la bendición de las candelas o velas. Esta tradición se celebra justo antes de la misa, y los fieles portan las velas encendidas en procesión, recordando que Cristo es “luz para alumbrar a las naciones”.
Este gesto, sencillo pero profundamente simbólico, nos invita a renovar la fe y a ser portadores de la luz de Cristo en el mundo, viviendo con esperanza, caridad y compromiso cristiano.
¿Qué importancia tiene esta fiesta?
La Presentación del Señor es una de las pocas celebraciones que une elementos cristológicos y marianos. Se celebra a Jesús como luz y redentor, pero también se recuerda la humildad y obediencia de María y José, que siguen la Ley con fidelidad.
Además, es una fecha clave en la espiritualidad de la Iglesia, ya que representa la consagración de Jesús a Dios y, en cierto modo, la consagración de cada uno de nosotros. Por eso, este día también se celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, en la que se honra la vocación de religiosos, religiosas y consagrados en todo el mundo.
Simeón y Ana: dos testigos de la luz
El relato evangélico nos presenta a Simeón y Ana, dos ancianos que representan la sabiduría, la esperanza y la fidelidad. Simeón reconoce al Mesías y pronuncia el hermoso cántico «Nunc dimittis»:
“Ahora, Señor, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador.”
Ana, por su parte, da gracias a Dios y anuncia a todos la llegada del Redentor. Estos dos personajes nos enseñan que la fe no tiene edad, y que quienes esperan en Dios, ven cumplidas sus promesas.
¿Cómo se celebra la Presentación del Señor?
En las parroquias, la celebración suele comenzar con la bendición de las velas fuera del templo, seguida de una procesión y la misa solemne. Las lecturas se centran en la escena del templo, y muchas comunidades aprovechan para consagrar a los niños pequeños o recordar el compromiso de los religiosos.
En países de América Latina y España, la Candelaria se celebra también con tradiciones populares: en México, por ejemplo, es costumbre que quien encontró el «muñequito» en la Rosca de Reyes prepare los tamales para este día y vista al Niño Dios con ropas nuevas.
Vínculo con otras festividades
La Presentación del Señor se celebra 40 días después de la Navidad, y con ella se cierra el ciclo litúrgico de la manifestación de Cristo (Navidad, Epifanía, Bautismo y Presentación). Es un puente entre la infancia de Jesús y su misión pública, y prepara el corazón para el tiempo de Cuaresma que se aproxima.
Además, es una fecha que nos invita a ofrecer nuestra propia vida a Dios, como lo hicieron María y José con su hijo.
La Presentación del Señor en el arte y la devoción
Esta escena ha sido representada en numerosas obras de arte a lo largo de los siglos: iconos bizantinos, frescos renacentistas y pinturas barrocas muestran el momento de la entrega del niño, el asombro de Simeón y el anuncio de Ana. En muchas iglesias hay vitrales o retablos que recuerdan esta fiesta.
La imagen del Niño Jesús en brazos de Simeón se ha convertido en un símbolo de la esperanza cumplida, y en muchas culturas se asocia a bendiciones familiares, especialmente para niños y mujeres embarazadas.
¿Qué nos enseña hoy la Presentación del Señor?
La Presentación del Señor nos invita a mirar la vida con los ojos de la fe. Nos recuerda que Dios actúa en lo cotidiano, en gestos sencillos, en personas humildes, y que es posible vivir una fe profunda incluso en la espera y el silencio, como Simeón y Ana.
También nos anima a ofrecer nuestras vidas, nuestras familias y nuestras acciones a Dios, confiando en que Él nos guía con su luz. Ser luz para los demás es una forma concreta de vivir esta fiesta cada día.
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