San Esteban, protomártir: el primer testigo de la fe hasta el martirio

La figura de San Esteban, protomártir ocupa un lugar distintivo en la historia del cristianismo: es el primero que, tras recibir la elección como diácono, ofreció su vida en testimonio de la fe en Jerusalén. Narrado en el libro de los Hechos de los Apóstoles (capítulos 6 y 7), Esteban combina sabiduría para la predicación con un corazón lleno del Espíritu Santo. Cada 26 de diciembre, la Iglesia celebra su memoria, recordándonos que el amor a Cristo puede llevarnos a entregar lo más valioso: la propia vida.

Orígenes y elección como diácono

Aunque no se conservan datos precisos sobre su familia o su niñez, la tradición sitúa a San Esteban, protomártir entre los helenistas, cristianos de habla griega en Jerusalén. En un momento en que la comunidad primitiva crecía vertiginosamente, surgieron tensiones en la distribución de la ayuda a las viudas. Para remediarlo, los Apóstoles nombraron siete hombres de buena fama, llenos del Espíritu y de sabiduría. Esteban fue uno de ellos (Hech 6,3-5), encargado de la atención a los necesitados y, simultáneamente, de la predicación de la Palabra.

Elocuencia y confrontación con el Sanedrín

Equipado con dones sobrenaturales, San Esteban, protomártir llevaba a cabo señales y prodigios entre el pueblo (Hech 6,8). Pronto se convirtió en un predicador eficaz, capaz de razonar con claridad sobre la revelación de Dios a Israel. Su discurso ante el Sanedrín (Hech 7) traza un recorrido desde Abraham hasta la rebelión del pueblo contra los profetas, señalando finalmente la traición a Jesús, “Justo y Santo”. Esta acusación provocó la ira de los judíos, que lo acusaron de blasfemia y lo llevaron fuera de la ciudad para apedrearlo.

El martirio: oración y perdón

El momento cumbre de la vida de San Esteban, protomártir llega al pie mismo del martirio. Según Hech 7,54-60, Esteban, lleno de gracia y misericordia, volvió la mirada al cielo y exclamó: “Veo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre de pie a la derecha de Dios”. Luego, al tiempo que los apedreaban, pronunció palabras conmovedoras: “Señor, no les tomes en cuenta este pecado”. Con ese gesto de perdón, Esteban repitió las palabras de Jesús en la cruz y mostró el amor victorioso sobre el odio.

Fiesta litúrgica: 26 de diciembre

La Iglesia universal conmemora a San Esteban, protomártir cada 26 de diciembre, día siguiente a la Navidad. Esta proximidad litúrgica subraya el vínculo entre el nacimiento de Cristo y el testimonio de sangre de su primer seguidor. El color litúrgico es el rojo, símbolo del martirio y del fuego del Espíritu. Las lecturas bíblicas suelen incluir fragmentos de Hechos 6–7 y del Evangelio según San Mateo (Mt 23,34-39), donde Jesús advierte sobre quienes rechazan a los profetas y, en última instancia, a Él mismo.

Iconografía y símbolos

En el arte sacro, San Esteban, protomártir suele aparecer con varios atributos que evocan su ministerio y su muerte:

  • El libro o pergamino: representa su función de predicar la Palabra.

  • La palma del martirio: símbolo de victoria y de fidelidad hasta la muerte.

  • Piedras a sus pies: alusión directa al apedreamiento.

  • Ropaje diácono: túnica y estola cruzada al pecho, indicando su ordenación como diácono.

Estas imágenes ayudan a los fieles a identificarlo y a meditar en su sacrificio.

Tradiciones y devociones populares

En muchos países de tradición católica, la Fiesta de San Esteban se acompaña de costumbres que combinan liturgia y cultura popular:

  • Procesiones con reliquias o estatuas del santo, portadas por jóvenes que representan su fervor.

  • Reparto de alimentos a los pobres, siguiendo el ejemplo de su ministerio al más necesitado.

  • Misas solemnes con canto de himnos dedicados a San Esteban y reflexiones sobre el valor del perdón.

En algunas regiones de Europa central, el día de San Esteban es festivo oficial, prolongando el clima navideño y favoreciendo la visita a familiares y amigos.

San Esteban en la vida de la Iglesia primitiva

El testimonio de San Esteban, protomártir marcó el inicio de una era de mártires que fortalecieron la joven Iglesia. Después de su muerte, la persecución se extendió, llevando al diácono Felipe a Samaria y al joven Saulo (el futuro San Pablo) a persecuciones más amplias. Sin embargo, el rebote de la semilla de Esteban fue el avance del Evangelio: muchos que asistieron a su martirio se convirtieron a la fe (Hech 8,2-4).

Mensaje para el creyente contemporáneo

El testimonio de San Esteban, protomártir nos desafía hoy a:

  1. Defender la verdad con caridad, sin temer a la opinión mayoritaria.

  2. Perdonar a los agresores, confiando en la justicia de Dios.

  3. Servir a los más necesitados, como expresión concreta del amor a Cristo.

En un mundo que a menudo margina al vulnerable y polariza el diálogo, el ejemplo de Esteban resuena como un llamado a la reconciliación y al testimonio valiente.

Recursos para la parroquia y la catequesis

Para profundizar en la figura de San Esteban, protomártir, las comunidades pueden:

  • Organizar grupos de lectura de los Hechos de los Apóstoles.

  • Preparar dramatizaciones del discurso ante el Sanedrín y del martirio.

  • Proponer encuentros de oración y ayuno el 26 de diciembre, pidiendo por los cristianos perseguidos.

  • Invitar a expertos en patrística para charlas sobre el desarrollo de la liturgia de los diáconos.

Estas iniciativas enriquecen la celebración litúrgica y acercan su testimonio a la vida diaria.

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