El San Juan XXIII papa es recordado como “el buen papa” que convocó el Concilio Vaticano II y promovió el aggiornamento de la Iglesia. Nacido como Angelo Giuseppe Roncalli el 25 de noviembre de 1881 en Sotto il Monte (Italia), combinó ternura y audacia pastoral para tender puentes con el mundo moderno y reconocer el valor de cada persona. Su fiesta se celebra cada 11 de octubre, día en que la Iglesia conmemora su entrega al diálogo, la paz y la renovación eclesial.
Orígenes y vida temprana
Desde muy joven, Angelo mostró una profunda sensibilidad hacia el sufrimiento ajeno. Hijo de humildes campesinos, alternó sus estudios en el seminario de Bergamo con el trabajo en la fábrica de su padre. Ordenado sacerdote en 1904, ejerció como capellán militar durante la Primera Guerra Mundial, donde vivió de cerca el dolor de los soldados y aprendió a consolar con la palabra y la cercanía humana.
Ministerio diplomático y experiencias pastorales
Entre 1925 y 1953, Roncalli desempeñó diversos cargos diplomáticos de la Santa Sede en Bulgaria, Turquía, Grecia y Francia. Fue testigo de persecuciones religiosas y guerras, lo que reforzó su convicción de que la paz se construye con humildad y respeto mutuo. Su famosa carta a los obispos católicos de Oriente en 1945, lamentando la persecución bajo el régimen soviético, revela su coraje al denunciar injusticias sin ceder al miedo.
La elección del “buen papa”
El 28 de octubre de 1958, el cónclave sorprendió al mundo eligiendo a un reflejo de sencillez y cercanía: el papa Juan XXIII. Con 76 años y una vitalidad inspiradora, sorprendió al anunciar la celebración de un concilio ecuménico. Con estas palabras al recibir el birrete cardinalicio, lanzó al aire la promesa de “una nueva primavera” para la Iglesia, generando gran esperanza entre fieles y no creyentes.
El Concilio Vaticano II y el aggiornamento
La apertura del Concilio Vaticano II el 11 de octubre de 1962 marcó el punto culminante de su pontificado. Gracias a su impulso, más de 2 000 padres conciliares debatieron actualizaciones litúrgicas, la relación con las otras confesiones cristianas, el diálogo interreligioso y la misión en el mundo contemporáneo. El San Juan XXIII papa defendió la participación activa de los laicos y promovió textos como la Constitución Gaudium et Spes, que subrayó la dignidad humana y el compromiso social de la Iglesia.
Encíclicas y documentos clave
Durante sus cinco años de pontificado, San Juan XXIII papa publicó tres encíclicas fundamentales:
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Mater et Magistra (1961): amplió la doctrina social católica, defendiendo la justicia económica y la solidaridad internacional.
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Aeterna Dei Sapientia (1961): meditó sobre la sabiduría de Dios a lo largo de la historia.
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Pacem in Terris (1963): dirigida “a todos los hombres de buena voluntad”, se convirtió en un hito de la diplomacia moral, abogando por los derechos humanos y la paz mundial.
Estos documentos reflejan su visión de una Iglesia abierta al mundo, atenta a las necesidades materiales y espirituales de toda persona.
Carácter y estilo de liderazgo
El San Juan XXIII papa destacaba por su trato cercano: caminaba sin escolta por los patios del Vaticano, se detenía a saludar a trabajadores y visitantes, y usaba un lenguaje sencillo en sus discursos. Su espontaneidad (memorables sus anécdotas en el balcón vaticano) y su sonrisa franca le ganaron el cariño de millones. Además, puso especial empeño en favorecer el diálogo con judíos, ortodoxos y otras confesiones, enviando delegaciones al Patriarcado Ecuménico de Constantinopla y autorizando el primer servicio religioso judío en la sinagoga de Roma desde la Edad Media.
Santidad, canonización y fiesta litúrgica
San Juan XXIII falleció el 3 de junio de 1963, poco después de publicar Pacem in Terris. Fue beatificado por Juan Pablo II en 2000 junto a Juan Pablo II, y canonizado por Francisco en 2014. Su memoria litúrgica se celebra cada 11 de octubre, coincidiendo con la apertura del Concilio Vaticano II y simbolizando su conciencia de que la renovación eclesial es una tarea permanente.
Legado actual y repercusión
Hoy la figura de San Juan XXIII papa sigue viva en:
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Centros de estudio conciliar: universidades y academias que profundizan en los textos conciliares y su aplicación pastoral.
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Instituciones de paz: organizaciones católicas y civiles que toman como referencia Pacem in Terris para la defensa de los derechos humanos.
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Espiritualidad laical: movimientos que celebran la sencillez y la escucha como claves para la misión en el mundo contemporáneo.
Su mensaje de apertura animó la creación de rituales más participativos en las parroquias y reforzó el papel de cada bautizado en la vida de la Iglesia.
¿Por qué recordar a San Juan XXIII papa?
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Modelo de humanidad: mostró que la autoridad pastoral se ejerce con cercanía y ternura.
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Visión de Iglesia samaritana: alentó a la comunidad a salir al encuentro de los heridos por la historia.
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Espíritu de diálogo: impulsó la reconciliación entre pueblos y religiones.
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Esperanza activa: demostró que, con fe y humildad, es posible renovar instituciones milenarias.
Curiosidades y anécdotas
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Antes de ser papa, Roncalli pintó de su bolsillo varios iconos ortodoxos para defender sus bosques de la tala.
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Ordenó que su faja y su anillo pontificio sufragaran obras de caridad para niños enfermos.
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Intentó en vano que Mariano maticesen el latín e introdujeran expresiones en lenguas vernáculas en la liturgia, un paso que sería completado tras su muerte.
Celebrar el San Juan XXIII papa cada 11 de octubre es renovar el compromiso de una Iglesia que escucha, dialoga y se deja interpelar por el mundo. Que su ejemplo nos inspire a construir puentes, a abrazar la justicia y a confiar en la fuerza de la misericordia para transformar corazones.