¿Quién fue Santa Josefina Bakhita?
Santa Josefina Bakhita nació en Sudán, en el año 1869, en el seno de una familia africana libre. Sin embargo, su vida dio un giro traumático cuando, con solo siete años, fue secuestrada por traficantes de esclavos. Pasó por varios amos que la sometieron a terribles abusos físicos y psicológicos, hasta que fue vendida a un cónsul italiano y llevada a Europa.
En Italia conoció algo que cambiaría su existencia para siempre: la fe cristiana. Allí descubrió el amor de Dios, la dignidad humana y la libertad espiritual, iniciando un camino de conversión que la llevaría a la santidad.
Su nombre y su historia de esclavitud
El nombre “Bakhita” no fue el que recibió al nacer. Se lo pusieron sus captores y significa “la afortunada”. Fue irónicamente apropiado, ya que durante años sufrió esclavitud, torturas y humillaciones. Uno de sus amos la marcó con cicatrices usando cuchillas y sal, dejándole más de 100 heridas en el cuerpo.
A pesar de todo ese sufrimiento, Santa Josefina Bakhita jamás perdió su capacidad de sonreír, servir y amar. Su fortaleza interior la sostuvo hasta encontrar su verdadera libertad en el amor de Cristo.
Su llegada a Italia y el encuentro con Dios
En 1885, Bakhita fue llevada a Italia, donde fue entregada a la familia Michieli como sirvienta. Más tarde fue confiada a las Hijas de la Caridad Canossianas en Venecia. Allí comenzó a recibir formación cristiana, y por primera vez sintió que era amada sin condiciones.
Cuando la familia Michieli quiso llevársela de vuelta a África, ella se negó. El caso fue llevado ante los tribunales, que dictaminaron que la esclavitud era ilegal en Italia, por lo que Bakhita recuperó su libertad.
Libre al fin, decidió entregar su vida a Dios, y en 1896 ingresó en la congregación como religiosa canossiana.
Una vida consagrada al amor
Durante más de 40 años, Santa Josefina Bakhita vivió como religiosa en el convento de Schio, en el norte de Italia. Allí realizaba las tareas más humildes: portera, cocinera, sacristana… siempre con una sonrisa, con humildad y con un profundo espíritu de oración.
Quienes la conocieron hablaban de su dulzura, su paz interior y su capacidad de perdonar todo el daño recibido. Nunca hablaba mal de quienes la maltrataron, y decía:
“Si volviera a encontrar a los esclavistas que me raptaron, me arrodillaría para besarles las manos. Porque si no me hubieran llevado, no sería cristiana ni religiosa”.
Canonización y legado
Santa Josefina Bakhita murió el 8 de febrero de 1947, dejando tras de sí una huella imborrable. Fue beatificada por Juan Pablo II en 1992 y canonizada en el año 2000, convirtiéndose en la primera santa sudanesa y un símbolo mundial contra la trata de personas.
Su testimonio sigue inspirando a millones de personas, especialmente a quienes sufren violencia, discriminación o esclavitud moderna. El 8 de febrero, día de su fiesta, también se celebra la Jornada Mundial de Oración y Reflexión contra la Trata de Personas, promovida por el Vaticano.
Patrona contra la trata de personas
En el mundo actual, donde millones de mujeres, niños y hombres son víctimas de esclavitud, explotación sexual y tráfico humano, Santa Josefina Bakhita es un faro de esperanza. Su vida muestra que es posible salir del dolor más profundo, sanar y recomenzar con dignidad y fe.
Por eso es invocada como patrona de los que sufren esclavitud moderna, y su imagen acompaña muchas campañas de sensibilización a nivel internacional.
El mensaje de Santa Bakhita hoy
La vida de Santa Josefina Bakhita es una lección de perdón y fortaleza. Nos recuerda que ninguna herida es tan profunda que Dios no pueda curarla, y que el amor verdadero puede vencer incluso las peores injusticias.
También nos enseña el valor de la libertad interior, la dignidad humana y el poder de la fe. Su ejemplo interpela a quienes permanecen indiferentes ante el sufrimiento de los demás.
¿Cómo se celebra su fiesta?
El 8 de febrero, en parroquias y comunidades religiosas de todo el mundo, se celebran misas, vigilias de oración, conferencias y actividades para honrar a Santa Josefina Bakhita. Especial atención se pone en educar sobre la trata de personas, y en rezar por las víctimas y por quienes trabajan en su rescate y rehabilitación.
También se realizan colectas y campañas de sensibilización para apoyar iniciativas de libertad, protección y justicia social.
Su figura en la Iglesia
Santa Josefina Bakhita ha sido reconocida por papas, religiosos y laicos como un ejemplo luminoso de lo que significa vivir el Evangelio con radicalidad. Su imagen se encuentra hoy en muchas iglesias, colegios y hogares como inspiración de fe, alegría, perdón y servicio.
Es especialmente querida en África y entre las comunidades migrantes, que ven en ella un rostro cercano y lleno de consuelo.
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