El 24 de noviembre la Iglesia celebra con profundo respeto a San Andrés Dũng-Lạc y sus 117 compañeros mártires de Vietnam. Entre los siglos XVIII y XIX, estos cristianos —obispos, sacerdotes, religiosos y laicos— dieron testimonio supremo de su fe al preferir la muerte antes que renegar del Evangelio. En este artículo descubrirás quién fue San Andrés Dũng-Lạc, las circunstancias históricas de su martirio, la importancia de su fiesta litúrgica, y cómo podemos conservar vivo su legado de valentía y esperanza.
Contexto histórico: el cristianismo en Vietnam
En el siglo XVIII, el cristianismo se había extendido por Cochinchina (sur de Vietnam) y Tonkín (norte) gracias al trabajo de misioneros portugueses, españoles y, sobre todo, franceses. Sin embargo, las autoridades dinásticas Nguyen veían en la nueva fe una amenaza al orden social y cultural:
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Primera persecución (1833–1835): Bajo el emperador Minh Mạng, muchos cristianos fueron arrestados y exiliados.
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Repressión creciente: Sucesivos edictos prohibieron el culto, confiscaron propiedades y ordenaron la ejecución de aquellos que se aferraran públicamente al Credo.
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Clandestinidad y comunidades: A pesar del riesgo, comunidades rurales mantuvieron viva la liturgia en catacumbas y casas escondidas.
Fue en este clima de hostilidad donde surgió el testimonio de San Andrés Dũng-Lạc y sus compañeros.
Biografía de San Andrés Dũng-Lạc
San Andrés Dũng-Lạc nació como Lê Văn Trung en 1795, en Hà Đông, cerca de Hanói. De familia humilde, destacó desde joven por su piedad y su deseo de servir a la Iglesia:
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Formación sacerdotal: Fue instruido por misioneros franceses, y en 1817 fue ordenado diácono.
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Sacerdote valiente: En 1822 recibió el presbiterado y pronto se convirtió en guía espiritual de varias comunidades, organizando catequesis y confesiones incluso bajo amenaza.
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Arresto y encarcelamiento: En 1839, tras negarse a renunciar a su ministerio, fue detenido con otros tres sacerdotes y conducido a Hanói para ser juzgado.
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Martirio: El 21 de diciembre de 1839, Dũng-Lạc fue decapitado en público. Su serenidad al enfrentar la muerte y su perdón a los verdugos lo consagraron como símbolo de la entrega cristiana.
Su memoria se integra en el grupo de 117 mártires, que incluye tanto clérigos como fieles laicos de todas las edades.
Los 117 mártires de Vietnam
El grupo conmemorado el 24 de noviembre engloba a cristianos asesinados entre 1745 y 1886. Entre ellos:
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Obispos y sacerdotes: Como san Phaolô Lê Văn Lộc, arzobispo mártir de Hue, y otros prelados fieles.
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Religiosos y religiosas: Hermanas de la Visitación, dominicas y misioneras que cuidaban enfermos y catequizaban.
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Laicos y familias: Padres, madres, jóvenes y niños que sostenían la fe en su hogar, como san Vicente Liem de la Paz y santa Ana María Dương Thị Thiên.
Cada uno aportó un testimonio singular de caridad, perdón y esperanza, unidos en la certeza de la resurrección.
Fiesta litúrgica: 24 de noviembre
La memoria litúrgica de San Andrés Dũng-Lạc y compañeros se celebra el 24 de noviembre con estas prácticas en la Iglesia universal:
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Misa de los mártires: Se leen pasajes como Apocalipsis 2,10 (“Sé fiel hasta la muerte y te daré la corona de la vida”) y Mateo 10,28 (“No teman a quien mata el cuerpo”).
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Color litúrgico rojo: Simboliza el derramamiento de sangre y la victoria del martirio.
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Oración de los fieles: Se incluye una intención por los perseguidos hoy, pidiendo fortaleza para celebrar la fe en libertad.
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Procesiones y veneración: En catedrales y parroquias vietnamitas, las reliquias o imágenes de los mártires son trasladadas en solemne procesión.
Celebrar esta fiesta nos invita a reconocer el valor de quienes sostienen la fe en circunstancias extremas.
Iconografía y símbolos
Para identificar a San Andrés Dũng-Lạc y sus compañeros en el arte sacro, fíjate en:
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Mitras y ornamentos episcopales: En algunos retratos aparece como obispo, destacando el martirio de la jerarquía local.
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Cruz y palma: Símbolos universales de los mártires, indicando su victoria espiritual.
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Paisaje de Vietnam: Cañas de arroz o montañas, evocando su arraigo en la tierra asiática.
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Expresión serena: Rostros tranquilos que transmiten paz frente al sacrificio.
Estos elementos ayudan a meditar en su entrega y en la fecundidad de su testimonio.
Devociones y prácticas recomendadas
Para honrar la memoria de San Andrés Dũng-Lạc, te sugerimos:
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Oración breve
“Glorioso San Andrés Dũng-Lạc, tú que diste tu vida con alegría por Cristo, alcánzanos la gracia de mantener la fe en toda prueba. Amén.”
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Novena del 15 al 23 de noviembre: Cada día medita un aspecto del martirio vietnamita: fidelidad, perdón, esperanza, caridad, fortaleza, testimonio, comunidad, oración y victoria.
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Lectura recomendada: They Followed the Martyr, testimonio de los Mártires de Vietnam, para profundizar en su contexto.
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Acto de solidaridad: Dona a organizaciones que apoyan a cristianos perseguidos, recordando la promesa de Jesús: “El que me recibe, recibe al que me envió” (Mt 10,40).
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Testimonio digital: Comparte en redes sociales una breve reflexión o un dato histórico sobre San Andrés Dũng-Lạc, animando a tus contactos a celebrar su fiesta.
Estas prácticas revitalizan su evangelio de coraje y amor.
Legado y relevancia hoy
El ejemplo de San Andrés Dũng-Lạc y compañeros resuena en el mundo actual:
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Solidaridad internacional: Su causa inspiró a la comunidad católica a respaldar a los perseguidos por razones religiosas en múltiples países.
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Diálogo ecuménico e interreligioso: Reconocer su martirio ayuda a construir puentes entre confesiones en contextos de tensión.
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Fortaleza en la adversidad: Su testimonio es referente para quienes afrontan solidaridades riesgosas: misioneros, defensores de derechos humanos, periodistas.
Mantener vivo su legado contribuye a una Iglesia consciente del costo de la libertad de conciencia y decidida a protegerla.