San Pablo de la Cruz (1694–1775) es una de las figuras más destacadas de la espiritualidad católica del siglo XVIII. Su testimonio de entrega a la pasión de Cristo y su obra fundacional de la Congregación de la Pasión de Jesucristo—conocidos como “paúles” o “pasionistas”—dejaron una huella profunda en la Iglesia. En este artículo, te contaré quién fue San Pablo de la Cruz, cómo vivió su vocación, qué milagros y virtudes destacan en su biografía y, por supuesto, cuándo y cómo se celebra su fiesta cada 20 de octubre.
La vocación y primeros años de San Pablo de la Cruz
Giovanni Francesco Pietro Pellegrino, futuro San Pablo de la Cruz, nació el 3 de enero de 1694 en Ovada (noroeste de Italia). Era el noveno de diez hijos de una familia humilde, dedicada al campo y a oficios artesanales. Desde joven sentía un ardiente amor por la oración y la Pasión de Jesús. A los diecinueve años, tras una visión de Cristo crucificado, decidió consagrar su vida a meditar el Dolor redentor, adoptando el nombre religioso de Pablo de la Cruz en 1715.
Durante su formación, peregrinó al Santuario de Loreto y al de Loreto di Sesto Calende, rezando ante las reliquias de la Pasión. Su espiritualidad se centró en contemplar los sufrimientos de Cristo como camino de conversión y reparación por los pecados del mundo.
Fundador de los Paúles: la Congregación de la Pasión
En 1720, San Pablo de la Cruz fundó la Congregación de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, con el carisma de promover el recuerdo de la Pasión en la predicación y en la vida sacramental. Sus primeros compañeros fueron Felipe y Bartolo, y juntos constituyeron la primera casa en Monte Argentario, cerca de Orbetello.
Los pasionistas viven una vida de clausura activa: alternan el recogimiento comunitario, la celebración de la Eucaristía y la predicación de misiones populares. San Pablo de la Cruz puso énfasis en el “Memoria Passionis”, el recordatorio constante del sacrificio de Jesús, como fuente de conversión y de consolación para los afligidos.
Milagros y testimonio de santidad
La santidad de San Pablo de la Cruz se manifestó en su capacidad de sufrimiento asumido con alegría y su cercanía a los enfermos y marginados. Entre los milagros atribuidos a su intercesión destacan:
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Curaciones repentinas: fieles que, tras rezar una novena a San Pablo de la Cruz, experimentaron alivio de enfermedades crónicas o terminales.
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Milagros de provisión: anécdotas de religiosos que recibieron auxilio material en circunstancias de extrema necesidad.
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Conversión de pecadores: testimonios de personas que, después de asistir a sus predicaciones, cambiaron de vida y abrazaron la fe.
Estos hechos avalaron su proceso de beatificación, iniciado en 1831 por Gregorio XVI, y culminado con su canonización por Pío IX el 29 de junio de 1867.
Espiritualidad pasionista: clave de su legado
La devoción al Sagrado Corazón y al Cristo crucificado son núcleos de la espiritualidad de San Pablo de la Cruz. Él enseñó que:
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Contemplar el Dolor de Cristo limpia el alma del pecado y despierta la compasión.
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La penitencia interior (silencio, oración, pequeñas mortificaciones) fortalece el corazón.
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La predicación misionera debe nacer de la experiencia personal de amor sufriente.
Gracias a estos principios, hoy miles de paúles en todo el mundo mantienen retiros, misiones y obras de caridad inspiradas en su carisma.
¿Cuándo se celebra la fiesta de San Pablo de la Cruz?
El 20 de octubre de cada año, la Iglesia celebra la solemnidad de San Pablo de la Cruz, recordando el día de su muerte en 1775, en Roma. En esta fecha:
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Se organizan misas solemnes en las iglesias pasionistas y parroquias dedicadas al santo.
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Se reza la novena del 11 al 19 de octubre, pidiendo favores por su intercesión.
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Se realizan procesiones en algunas comunidades, donde los fieles portan su estatua junto a imágenes de la Pasión.
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En seminarios y noviciados pasionistas se renuevan votos y se comparte la espiritualidad de la Congregación.
Para el fiel laico, el 20 de octubre es ocasión de meditar el sacrificio de Cristo y de acercarse a las obras de misericordia promovidas por los paúles.
Curiosidades sobre San Pablo de la Cruz
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Patrono de la contemplación de la Pasión: su carisma específico lo distingue de otros fundadores.
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Gran predicador: impartió más de mil misiones populares en Italia, Suiza y Francia.
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Amigo de Santa Gemma Galgani: aunque vivieron en épocas distintas, la santa mística toscana admiró sus escritos pasionistas.
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Obras escritas: cartas y meditaciones sobre la Pasión, conservadas en la Curia general de Roma.
El arte y la iconografía pasionista
En la iconografía, San Pablo de la Cruz se representa con el hábito negro de los pasionistas y, a menudo, con la palma del martirio o la cruz de mano. A su lado, se muestran los instrumentos de la Pasión (la corona de espinas, la lanza, la columna) para enfatizar su devoción.
Las iglesias fundadas por él suelen tener un “Calvario” interior: capillas dedicadas a cada estación del Vía Crucis, recordando el camino de Jesús hacia el Gólgota.
Cómo vivir hoy la devoción a San Pablo de la Cruz
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Reza la novena pasionista: nueve días pidiendo un favor concreto, con meditación del Dolor de Cristo.
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Participa en retiros de Pasión: muchas casas pasionistas organizan encuentros de oración y silencio.
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Lee sus escritos: pequeñas meditaciones diarias que acercan al creyente al corazón de Jesús sufriente.
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Comparte testimonios de gracias recibidas en redes sociales usando #SanPabloDeLaCruz.
Legado social y pastoral
La labor de los paúles no se limita a lo contemplativo. Dirigen hospitales, centros de rehabilitación para drogodependientes y proyectos de turismo religioso cerca de lugares pasionistas. Su enfoque integral—espiritual, físico y social—refleja el amor de San Pablo de la Cruz por los más necesitados.